viernes, 16 de enero de 2015

Personajes Olvidados VI.El Rey "rarito".

La verdad, exactamente olvidado no;faltaría más que nos hubiésemos olvidado de uno de los reyes de España. Digamos que poco conocido y muy denostado por la historia y por los historiadores de a pié,esos que escriben los libros de Historia de Educación Secundaria. Y éste conocimiento es siempre tangencial por su relación con su gran adversaria, nada menos que Isabel I de Castilla (llamada La Católica) y su esposo Fernando de Aragón.




Y es que nuestro personaje fue sometido en vida a una autentica campaña difamatoria de desprestigio y después de muerto fue victima de un sistemático intento de borrado de su memoria, a través de falsas crónicas elaboradas por escritores al servicio del poder o de destrucción de documentos. Hasta su testamento “desapareció”,puesto que fue quemado personalmente por Fernando El Católico en cuanto que cayó en sus manos (pues en él se declaraba a su hija Juana como legitima heredera)



Tal “campaña mediática”,vista con el transcurso de los siglos ha sido totalmente exitosa,hasta el punto de ser conocido en la actualidad como Enrique IV El Impotente, siendo el único caso de un rey con un sobrenombre basado en su capacidad sexual; o mas bien en la falta de la misma. Ya el epíteto nos genera inconscientemente un cierto rechazo;aunque he de confesar que yo le tengo una especial simpatía.




La verdad es que el propio Enrique contribuyó en algo a ésto Casado desde los quince años con Blanca de Navarra por cuestiones políticas de su padre (Juan II de Castilla), trece años después decidió “divorciarse” de ella, cosa que entonces era imposible. La única manera de “librarse” de su esposa era que el matrimonio fuera declarado nulo, desde el punto de vista del Derecho Canónico,y para ello se buscó como causa la impotencia. Pero cuidado, la sentencia (que no tiene desperdicio y curiosamente utiliza el termino “divorcio”) deja claro que el rey era impotente SOLO con su esposa, debido a un maleficio o "ligamiento continuo e perpetuo". Según la misma. “...el dicho señor príncipe es varón potente en cuanto a otras mujeres...”.Queda claro pues que de impotente tenía poco.



Pero dio lugar a que sus detractores (con Alfonso de Palencia cronista de la reina Isabel a la cabeza, que además era un "pelota") utilizaran el argumento de la impotencia para basar la idea de que no podía gobernar correctamente , como si los asuntos de Castilla debieran llevarse con el “miembro enhiesto”.Así que organizaron tal campaña de propaganda injuriosa, que hasta al Papa le fueron con el cotilleo.



El cronista Hernan Pérez del Pulgar nos cuenta como lo hicieron:



"habían maculado su persona real, diciendo que no era hábile para reynar, y que era hombre efeminado, y que había dado de su voluntad la Reyna su muger á su privado Beltran de la Cueva, á quien hizo Duque de Alburquerque, cuya hija afirmaban que era aquella Doña Juana, y que era odioso á la justicia, y distribuia el patrimonio real á sus privados, y á quien ellos querian con gran prodigalidad y disolucion, y que era embuelto en luxurias y vicios desordenados y otras cosas feas; y que no solo las habian dicho, mas aun las escribieron por sus letras al Papa, y las publicaron por toda la Cristiandad".



Las “otras cosas feas” a las que hace referencia el cronista, pudieran hacer referencia a su homosexualidad o también a que gustaba de mirar mientras su esposa mantenía relaciones con otros hombres que el mismo Rey proporcionaba. A Don Enrique le iba el porno duro en vivo y además era todo un “voyeur”.Menudo pájaro.



Por él también sabemos que fué un onanista inveterado en su juventud “durante estos años de la mocedad se entrego el príncipe a abusos y deleites de los que hizo hábito... de donde le vino la flaqueza de su ánimo y disminución de su persona....esos deleites que la mocedad suele demandar y la honestidad debe negar”.O lo que es lo mismo,se aficionó a “sacudirse la sardina” en sus años mozos.





Además circularon (o hicieron circular) coplillas populares satíricas referidas a él (aunque sin nombrarlo explícitamente) como las Coplas de Mingo Revulgo (primera poesía satírico-politica en lengua castellana) donde;entre otras lindezas; cuenta “Ándase tras los zagales,por esos andurriales,todo el día embebecido, holgazando sin sentido, que no mira nuestros males”, o las Coplas del Provincial o las del “Vita Chisti”.Todas ellas se leían en las tabernas a la concurrencia, con gran jolgorio y los ciegos errabundos las recitaban por los pueblos a cambio de unas monedas.



El carácter del rey tampoco ayudaba mucho a dar una “buena imagen”.Era una persona hosca,uraña, aficionado a caminar solo por el bosque,desordenado en el comer,melancólico y tímido,de carácter débil, voluble y maleable.


El aspecto debía ser algo grotesco: corpulento,de 1´80 mts.de altura (considerable para la época), con cabeza, pies y manos grandes, progmatismo de la mandíbula inferior (que heredaría después Carlos I), cejas prominentes y piernas largas y arqueadas. Vamos, que un Adonis precisamente no era.



Y en cuanto a sus gustos sexuales, podemos decir que era bisexual, y además ejercía de ello sin esconderse. Era publico y notorio que frecuentaba prostíbulos de baja estofa y también que yacía con jóvenes efebos (especialmente gustaba de los “moritos”). Solo citar los nombres de algunas/os de sus amantes más conocidos:Gómez de Cáceres,Beatriz de Sandoval,Alonso de Herrera o Doña Guiomar.



Y todo ello a pesar de estar “escasamente dotado” para las "batallas de Venus".En el escrito que dejó el viajero y médico alemán Jerónimo Münzer (ya citado en la entrada del Blog dedicada al Principe Fogoso) nos cuenta ( y no me resisto a poner la cita en latín). “ abuit enim membrum circa radicem debile et parvum, et in culmine et summitate mágnum, ita que arrigere non potuit. Fecerunt medici cannam auream, quam Regina in vulvam recepit, an per ipsam semen inicere posset; nequivit tamen. Mulgere item fecerunt feretrum (veretrum) eius, et exivit sperma, sed aquosum et sterile”.



Lo que en “roman paladino” quiere decir: "Tenía un miembro viril que en su origen era delgado y pequeño, pero luego hacia el extremo se alargaba y era grande, de manera que no podía enderezarlo. Unos médicos hicieron una cánula de oro que se colocó a la reina en la vulva, para ver si a través de ella podía recibir el semen; sin embargo no pudo. Hicieron como un ordeño de su miembro viril [le masturbaron] y salió esperma, pero acuoso y estéril".



No creemos que la imaginación del alemán diera para tanto como para inventar éste pene en forma de raqueta de tenis ( o de tenis de mesa, según se considere el tamaño) ni que lo conociera “de visu” o “por ciencia propia”,pero por la prolija descripción anatómica del miembro y del procedimiento inoculatorio,debía de tener conocimiento de primera mano. Sabemos que su médico personal, el judio Samaya Lubel realizó ese procedimiento y pudo haberlo referido a su colega.



Ya en época actual el médico e historiador Gregorio Marañón comienza en 1930 (habría ediciones corregidas posteriores) su estudio denominado “Ensayo Biologico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo” en el que concluye (muy “alegremente” a mi humilde juicio): “Queda, pues, fuera de duda, a mi entender, que nuestro Monarca era un displásico eunucoide con reacción acromegálica.”.



Al respecto han existido investigadores que han refutado sus tesis, aunque otros están en desacuerdo. Lo que queda claro que padecía de algún trastorno endocrino o tumor hipofisario,además de una litiasis renal crónica, que a la postre lo llevó a la tumba.


Impotente o acromegalico o no, el pobre hombre se murió rayando los cincuenta años y acabó enterrado (y de forma sigilosa) en el Monasterio de Guadalupe, donde se perdieron su tumba y sus huesos.




En 1946 un gato se introdujo tras el altar mayor de la Iglesia de ese monasterio y el pobre minino murió de inanición. El olor que producía era nauseabundo y molesto para los oficiantes de la misas, así que un intrépido estudiante de Historia (Manuel Cordero) decidió descolgarse desde el techo para retirar el cadáver del minino. Y además del felino difunto encontró dos ataudes, lo comentó con su profesor (Miguel Ángel Ortí) que lo puso en conocimiento de la Real Academia de Historia:Eran Enrique IV y su señora madre Maria de Aragón.



Pero, aunque apareció su momia, ni aún hoy día se podría realizar un estudio de ADN para despejar uno de los mayores enigmas de la Historia de España:si Juana (llamada La Beltraneja) era hija de Enrique IV o no. Juana murió en 1530 en el Castillo de San Jorge en Lisboa y el terremoto que ésta ciudad sufrió en 1755 hizo que su tumba se perdiera entre los escombros y con ella su restos .



EPILOGO CURIOSO:



Alfonso De Palencia el cronista mentiroso y mayor detractor del rey, hizo de Enrique IV el siguiente retrato:

Sus ojos feroces, de un color que ya por sí demostraba crueldad, siempre inquietos en el mirar, revelaban con su movilidad excesiva la suspicacia o la amenaza; la nariz deforme, aplastada, rota en su mitad a consecuencia de una caída que sufrió en la niñez, le daba gran semejanza con el mono; ninguna gracia prestaban a la boca sus delgados labios; afeaban el rostro los anchos pómulos, y la barba, larga y saliente, hacía parecer cóncavo el perfil de a cara, cual si se hubiese arrancado algo de su centro”.



Como diría el castizo:”Vaya careto”.



Pero en el año 2006 se realizó un profundo análisis de la momia de Juan II,padre de Enrique IV y descrito por los cronistas como de “agraciado semblante”.



Del estudio se ha determinado que tenía la cara ligeramente torcida hacia el lado izquierdo, así como una nariz grande. Sin embargo, lo más característico de su cara es su nariz deforme a consecuencia de un traumatismo ocurrido en su infancia, que provocó la desviación del tabique nasal hacia el lado izquierdo. La lesión le impedía respirar con normalidad por la nariz y afectó al desarrollo facial izquierdo, que estaba poco desarrollado.



Ésta cara deforme es exacta a la antes descrita por el de Palencia,incluido el detalle de la rotura de la nariz en la infancia.



De lo que se desprende que Juan II tenía poco de agraciado (por no decir que era feo “de narices”) y que Alfonso de Palencia literalmente le “encasquetó”las deformidades del padre al hijo, al que querían hacer “el malo de la película” y que por ello debería tener cara de malo.



Para que nos fiemos de los cronistas,sean de ayer o de hoy,que así se escribe la Historia,sobre todo si la escriben los vencedores.

2 comentarios:

  1. En efecto, ese es el resumen perfecto: La Historia la escriben los vencedores.

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  2. Desgraciadamente así sigue siendo.

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