lunes, 31 de enero de 2022

Felipe IV.El "ansioso" y sus augustos bastardos

 

Después de un tiempo de sequía productiva volvemos a despertar al Saurio, después de una larga temporada de “letargo”.

Y así una vez más traemos una entrada sobre asuntos reales (por ser cosa de reyes) y relativos al “vicio y al fornicio” que tanto gustan a los lectores. Hoy daremos al respecto “jugosos” detalles al respecto de este señor que hoy podríamos denominar como un verdadero “adicto al sexo” y que no es otro que el llamado (por sus aduladores, que tanto abundan alrededor de estas personas) el Rey Planeta. Felipe IV para los amigos.

No podemos decir con exactitud que Felipe IV fuera un gran “follador”, porque según la RAE éste es el auxiliar del herrero que manejaba el fuelle en una fragua ,literalmente “Operario que afuella en una fragua”. Así que dejo a lectores que pongan el adjetivo que deseen, bien sea en castellano formal o vulgar.

 

Le daba igual el estado civil o la condición social de la dama, siempre que le “entrara por los ojos”. Incluso aunque fuera una prostituta de bajo coste (llamadas en la época “tusonas”) o una recatada monja de clausura (como Margarita de la Cruz que tuvo que simular su velatorio de “cuerpo presente” para alejar al Rey)

Él egregio "ansioso" Nació en el Palacio Real de Valladolid, el ocho de abril de 1605 y fue el primer hijos varón de Felipe III y Margarita de Austria en la villa, siendo el primer varón del matrimonio. A pesar de ser la Semana Santa y estar prohibidas las celebraciones cortesanas, el Rey ordenó repique de campanas para anunciar la noticia. Mes y medio después fue bautizado apadrinado por el Duque de Lerma (menudo pájaro). Las fiestas duraron hasta mediados de Junio, que la gente tenía ganas de jolgorio, sobre todo si las paga el padrino. Se apuntaron hasta los británicos a quien tanto les gusta la “fiesta española”, que enviaron una embajada especial encabezada por nada menos que Charles Howard, conde de Nottingham y Almirante de Inglaterra (así de paso el Rey ratificaba la Paz de Londres que, en Agosto de 1604, había puesto fin al largo conflicto entre España e Inglaterra).

Como heredero a la corona, recibió una cuidadosa educación y podríamos decir que era un hombre culto para esa época en que brillaban con luz propia los genios de la literatura clásica española.

Pero su carácter era más aficionado a la caza de animales de dos y cuatro patas que a los asuntos de Estado. Así que le entregó plenos poderes al Conde Duque de Olivares y se dedicó al fornicio de una forma desaforada.

Incluso el Valido le proporcionaba asiduamente entretenimiento. El perspicaz Francisco de Quevedo agudo observador de su tiempo opinaba que los verdaderos motivos para que Olivares promocionase los encuentros amorosos del Rey, que no serían otros que distraer al monarca para poder manejar el reino a su antojo:

El conde, sigue condeando y el rey durmiendo, que es su condición. Hay, parece, nuevas odaliscas en el serrallo y esto entretiene mucho a Su Majestad y alarga la condición de Olivares para pelar la bolsa, en tanto que su amo pela la pava”.

Como hombre profundamente “religioso” estos impulsos incontrolables le causaban profunda desazón (aunque se le pasaba pronto). Llegó a pensar que todas las desgracias que sufría el país (que iba de cráneo) era un castigo divino por su rijosa conducta. En la abundante correspondencia (unas 600 cartas durante veinte años) que mantuvo con su asesora espiritual (y también en asuntos de política, economía e incluso temas militares) la abadesa y mística María Jesús de Ágreda, le rogaba a ésta que le ayudase a vencer estos impulsos. Desconsolado le escribe en cierta ocasión: “Soy tan frágil que nunca saldré de los brazos del pecado”. A veces para acallar su conciencia hacía regalos a Conventos o Iglesias (ese es el origen del famoso Cristo Crucificado de Velázquez).

 Y aunque la monja rezaba,rezaba y rezaba por él, Felipe no cambiaba. Además de los rezos y consejos le reñía y le afeaba ciertas conductas como diciéndole “no te da vergüenza”. Así fue cuando en la época de las sublevaciones en el Reino, el rey instaló en Palacio a una conocida actriz de teatro de “moral discutible”…..que tenía la cara durísima.

Sus correrías nocturnas por los burdeles de Madrid eran conocidas por toda la ciudad y circulaban letrillas anónimas (aunque por el estilo, el Maestro Quevedo debía de andar detrás de algunas de ellas) donde se glosaban su afición por determinadas “putillas”. Es muy posible que en algunas de estas “excursiones”, el monarca contrajese la sífilis y se la transmitiese a sus dos esposas. En esos años se calcula que pudiera haber en la Villa y Corte unas 30.000 de éstas señoritas y unos 800 establecimientos bajo control.Si que estaba la "cosa" surtida.....

INCISO CÍNICO: En 1623 propuso unificar los burdeles de la ciudad en uno de gran tamaño y situarlo además en un sitio buen céntrico, casi en la Puerta del Sol (por lo que pasó a denominarse “soleras” a este tipo de sexoservidoras).

 

Bien, sigamos:

Pero en una época donde los anticonceptivos eran cosa del futuro, unido a la falta de “continencia a tiempo” de Felipe IV dejó un reguero de hijos ilegítimos, sobre cuyo número no se ponen de acuerdo los historiadores y pueden suponerse en torno a los 40, fuertes, saludables y que llegaron casi todos a la edad adulta. Sin embargo de los 13 que tuvo en sus dos matrimonios, la mayoría murieron en la infancia. Y para colmo de desgracias el rey solo pudo dar un heredero; totalmente disfuncional psicofísicamente: Carlos II “el Hechizado”, según el propio Rey fruto de la última “coyunda” que fue capaz de realizar con su esposa. El Médico Real llegó a decirle a Felipe: Su Majestad dejó para la reina sólo las escurriduras”.

De toda esta pléyade de bastardos el Rey reconoció a dos: Juan José de Austria y Francisco Fernando Isidro de Austria, este último póstumamente.

Hoy traigo por aquí a los 7 bastardos más conocidos (por ser sus madres mujeres conocidas y de cierta relevancia) dentro del desconocimiento general y ordenados cronológicamente, que no por orden de importancia.:

 

-        Francisco Fernando Isidro de Austria (1626 – 1634)

Parece ser que fue el primer hijo ilegítimo conocido del rey, fruto de los “escarceos” que mantenía desde los dieciocho años (y ya casado) con la hija del Conde de Chirel, al que mandó a Italia en misión diplomática para poder realizar los “accesos carnales” sin la interferencia paterna. Quizás por ese motivo le tenía mucho cariño al niño. Felipe IV tenía muchas ventajas para poder conseguir amantes: envió al padre en misión a Italia para poder acceder a la hija sin interposición paterna.

El niño murió con ocho años, siendo reconocido como legítimo después de fallecido (cuando ya no suponía un peligro para la sucesión) y por ello está enterrado en el Panteón de Infantes de El Escorial. Su madre murió al poco tiempo y la casa natal fue demolida, construyéndose en el solar el convento llamado de la “Concepción Real” (lo que propició chanzas y coplillas). Tiene narices.

 

-                   - Juan José de Austria (1629 – 1679)


Quizás el hijo más conocido por ser su madre la famosa y joven (16 años) actriz María Calderón (llamada “La Calderona”). El rey se “prendó” de ella cuando era amante del Duque de Medina de las Torres y literalmente “perdió la cabeza” por ella, por lo que el noble “le cedió su sitio”. Tanto es así que no tuvo reparos en hacerle todo tipo de “feos” a la Reina Isabel (que obviamente no podía verla ni en pintura) como el de concederle un asiento en un palco exclusivo para poder presenciar las fiestas que se celebraban en la Plaza Mayor de Madrid.

Nada más nacer en la casa que tenía la actriz en castiza calle de Leganitos y bautizado como “hijo de la tierra”, fue entregado a una humilde mujer y enviado  a León para al morir ésta es trasladado a Ocaña (y bajo supervisión del Conde Duque) para  ser educado en las letras, matemáticas, geografía y en el “arte” de la guerra y armas, en las que llegó a tener gran destreza

Olivares estaba bastante desesperado por la falta de un heredero a la Corona y aconsejó a éste reconocer a el niño que ya contaba con trece años y también apuntaba maneras de joven inteligente y capaz. Un años después en 1643 el Rey quiso nombrarlo Gobernador y Capitán General de Flandes. A los nobles flamencos no les pareció adecuado tener en este cargo a un adolescente. Hubo de esperar a cumplir los dieciocho para que fuera distinguido con un puesto de mucho peso como Príncipe de la Mar, con mando sobre todas las flotas de la Corona Española, para lo que se trasladó a Sanlúcar de Barrameda.

Lo que todos suponían como un favor real a un hijo no reconocido (y en cierto modo predilecto) Juan José se encargó de desmentirlo con diligencia y eficacia, pues el Rey lo enviaba a los puntos más “calientes” del vasto Imperio Español. Y lo curioso es que cumplía a la perfección para nuestros intereses: Recién nombrado sofocó la rebelión napolitana por el impuesto a la fruta de 1647 y lo hizo con su Armada de galeras y bajeles de guerra tan bien que lo nombran Virrey de Sicilia (con 2.406 Escudos mensuales de sueldo), cargo que desempeñó con acierto durante cuatro años, de donde marcho a combatir las revueltas en Cataluña de 1651.

Como los franceses se intentaron aprovechar de esa inestabilidad y prestan apoyo a la rebelión de Cataluña, debe sitiar Barcelona hasta su capitulación (las condiciones las pactó con el Mariscal francés La Mothe). Por ello es nombrado es nombrado Virrey de Cataluña e hizo retroceder a los franceses que ya habían saqueado Gerona, dejando la situación bien controlada y encauzada.

Pero el Imperio hacía aguas por todos lados y como siempre se recurre a él, por lo que tiene que marchar en 1656 para hacer frente a los rebeldes de los Países Bajos empleando tres años en ello y venciendo en la Batalla de Valenciennes, a pesar de la derrota de La Dunas.

Mientras tanto la Reina Mariana (pelirroja y peligrosa) miraba con muy malos ojos a Juan José de Austria, el “chico para todo” del Rey y además reconocido. Ella que era la madre de un Heredero de dos años frágil, feo, enfermizo y a todas luces anormal (sus nodrizas 14 “titulares” observaron que la cabeza crecía más que el cuerpo, aunque en realidad lo que pasaba era que su cuerpo no crecía). Y siempre con el alma en vilo porque Dios no se lo llevara, encerrado permanentemente para que no le diera un “mal aire”. Deseaba ansiosamente hacer caer en desgracia ante los ojos del Rey a su amado hijo y para ello solo cabía esperar que la suerte dejara de serle propicia y tuviera un serio traspiés.

Y este llegó al Sur de Portugal donde también había sido enviado para poner orden. Un ejército portugués con la ayuda de dos mil ingleses y mandado por un experimentado general francés infligieron una aparatosa derrota al ejercito español cerca de Estremoz en la Batalla de Ameixial.

La reina supo sacar provecho de ello, porque el Rey estaba en las últimas y se le podía ocurrir designar a un nuevo heredero, en lugar de su amorfo hijo. Comenzó una campaña de descrédito tanto hacía él como a sus allegados.

Felipe supo morirse a tiempo a sus “muy trajinados” 60 años, quedando Mariana como Reina Regente asesorada por su confesor el austriaco Everardo Nithard que fue un fracaso como negociador en los Tratados de Aquisgran y Lisboa de 1668.

El ”lobby” de Juan José y un levantamiento de Aragón y Cataluña consigue que ésta lo mande a paseo y lejos de la Corte (con buenos cargos, eso si).Es sustituido por el intrigante (aunque con un cierto programa político reformador) Fernando de Valenzuela “El Duende de Palacio”.

Por sus corrupciones y entresijos (en connivencia con la Reina), se consiguió desterrarlo lo más lejos posible: a Filipinas (10 años), pasando Juan José a Primer Ministro de su “hermano” de padre. Curioso.

No duró mucho. Murió inesperadamente con 49 años muy posiblemente envenenado el 17 de septiembre de 1679. Nos podemos imaginar quien estaba detrás de la defunción.

Nunca se casó, pero dejó tres hijas. Digno hijo de su padre.

 

-          - Alonso Enríquez de Guzmán y de Orozco//Fray Alonso de Santo Tomás (1631 – 1692)


Este señor debió de ser una persona de fuerte determinación (se negó a ser reconocido por su padre cuando el Rey se lo ofreció) y por poco la Historia no le deparó un papel principal.

Fue su madre otra Dama de la Reina, que parece ser que “nada le negaban al Rey”. Doña Constanza de Ribera y Orozco fue la que trajo al mundo en Vélez-Málaga a éste niño que resultó ser la viva imagen de su padre.

Esta vez el Rey le “cargó el mochuelo” a un noble al que recompensó muy generosamente por “hacerse cargo del asunto”, Don Antonio Enríquez de Guzmán y Porres que lo crió hasta que al fallecer se hicieron cargo del vástago real sus abuelos.

La curiosidad alrededor de él se debió a que en 1646 y con 17 años muere de viruela el legítimo heredero del trono el Príncipe Baltasar Carlos (del que Velázquez hizo un magistral cuadro a caballo y Quevedo un poema). El Rey desesperado por el hecho y adecuadamente asesorado (despuntaba como una persona de sagaz inteligencia que estudió en las Universidades de Salamanca, Granada y Sevilla) tiene la idea de reconocerlo legalmente y nombrarlo heredero. Como hemos adelantado Alonso indignado y deshonrado por ser reconocido como bastardo (por muy “real” que fuese ser un bastardo en esa época era algo infamante) decide ingresar en los Dominicos de Málaga.

Prueba de que era una persona sensata, culta, inteligente, con una excelente formación, gusto por el arte (fue mecenas de Alonso Cano y de Pedro de Mena) y de buena sensibilidad social fue su completa y meteórica carrera eclesiástica: Comenzó llegando a Prior del convento de los Dominicos donde ingreso y dentro de la Orden escaló hasta ser Provincial para Andalucía de éstos.

Posteriormente desempeñó sucesivamente los  Obispados de Osama,Plasencia y Málaga.En este último destino y a raíz del terremoto que asoló la ciudad en 1680 destinó abundantes recursos de la sede en atender a los damnificados por lo que fue muy querido por los malagueños. El convento donde se inició fue su última morada.

Posiblemente España se perdió un gran Rey. O quizás no. Imposible saberlo.

 

-            - Ana Margarita de Austria (1638 – 1699)

Fruto de la relación con Margarita dell’ Escala. Como casi todas las hijas ilegítimas de reyes acabó en un convento. Ésta en concreto ingresó en el Real Monasterio de la Encarnación en cuanto tuvo posibilidades de concebir, a los doce años. Su padre le concedió algunos honores.

 

-           - Carlos Fernando de Austria y Manrique (1639 – 1696)

Su madre fue la noble vascongada Doña Casilda Manrique de Luyando y Hurtado de Mendoza (casi nada). Persona de confianza de Isabel de Borbón, por lo que fue distinguida con el cargo de Guarda Mayor (encargada de velar por la moralidad de las damas…..) de la Reina (lo sería también de la siguiente esposa de Felipe IV, Mariana), lo que facilitaba que el Rey “la rondara” con asiduidad y confianza. Tanta que el parto lo asistió la misma comadrona (Doña Inés de Ayala) que asistía los partos reales.

Desde joven lo mandan para su educación bajo la tutela de su “tio” Fernando de Austria, el llamado Cardenal Infante, Gobernador de Flandes. Cuando éste murió su padre lo llamó a la Corte para tenerlo cerca.

Se casó y tuvo dos hijos. Al morir su esposa fue ordenado sacerdote y su “hermano” el Rey Carlos II lo nombró canónigo en la Catedral de Guadix, donde está enterrado.

 

-        - Juan Cossío (1640 – 1710)

Nació en Ciudad Real y su madre debió de ser una dama de la Corte, y fue criado por un tal Francisco Cossío, de quien tomó el apellido. Con 15 años entró como religioso en los Agustinos y se afincó en Nápoles, donde destacó como predicador publicando una biografía de San Vicente de Paul. Según el Padre Florez, allí todo el mundo sabía de quién era hijo, y ya reinando Carlos II (el heredero de Felipe IV) nos cuenta: “Al verle por la calle, solían algunos pronunciar sin cautela: Allí va el hermano del Rey, (que era Carlos II) como oyó un Religioso, à quien traté”.

 

-         - Alonso Antonio de San Martín (16// – 1705)

        Como estamos viendo la facilidad de “contacto” con las damas de la Corte, ésta vez le tocó el “turno” a Tomasa Alana. No es segura su fecha de nacimiento. Pero sí que para “encubrir” la paternidad contaron con un Gentilhombre de su Majestad: Juan de San Martín que lo acogió como hijo suyo. Hizo buena carrera en el mundo eclesiástico (como no) y llegó a ser Obispo de Oviedo y de Cuenca. 

domingo, 6 de diciembre de 2020

Los Dragones de Cuera

En el Siglo XVI la “frontera” de España en América del Norte tenía unos 6.000 Kmts. , lo que actualmente son los Estados de Texas, Arizona, Nuevo México, gran parte de California y algunas zonas de Colorado, Utah y Nevada, cubriendo un territorio equivalente a cuatro veces España. De su control y defensa se encargaban solamente unos 1.500 soldados voluntarios que se comprometían a servir al Rey durante 10 años. Solo si cumplías los requisitos: tener 16 años, medir más de metro y medio, estar sano, ser católico y libre de pecado.

        Como sucedía en las tropas del Imperio español, eran interraciales. Aunque los mandos superiores solían ser de origen europeo, la tropa contaba con criollos, mulatos, mestizos e indios. Su nombre oficial era “Soldados de Presidio”, más conocidos por “Dragones de Cuera”, ya veremos porqué.

        Su misión principal era la protección de los llamados “presidios”: unos fuertes de adobe que eran el germen de las ciudades donde se alojaban los colonos y sus oficios de servicio y también marcar el territorio y protegerlo de las incursiones de los rusos desde el Noroeste y de los franceses y anglos desde el Este. Y sobre todo defenderlos frente a las tribus nativas que solían realizar incursiones para robar ganado y mujeres para intercambiar por armas y ron a comerciantes franceses asentados ilegalmente en nuestro territorio. Además de este cometido, protegían el Camino Real entre México y California y entre Texas y Florida. Estos belicosos nativos nos sonarán mucho, y no por los estudios de Historia de España: Apaches, Comanches, Sioux, Navajos, Utes, Wichitas, Yumas y Pawnees.

         Algunos de ellos como los sioux habían sido empujados por los ingleses desde sus territorios norteños hacia el Sur, entrando en conflicto con las tribus autóctonas como los apaches (con los que mantuvieron en 1724 una brutal batalla que duró nueve días y que terminó con la casi aniquilación de estos últimos y la huida de los supervivientes hacia tierras españolas). También los comanches ocuparon una enorme región baldía y casi deshabitada justo frente a la línea de Presidios española que todas las demás tribus rehuían. (el actual estado de Oklahoma, el Este de Nuevo México, el Sudeste de Colorado y Kansas y el Este de Texas) llamado desde entonces “La Comanchería”.

         Nuestros soldados en estas latitudes abandonaron sus corazas y morriones y adaptaron su equipamiento a su misión: Tropas móviles, ágiles y armadas hasta los dientes: una escopeta, dos pistolas, una lanza y; por supuesto; una espada y en su hoja grabada la siguiente frase: “No me saques sin razón, ni me envaines sin honor”.Para defenderse usaban una adarga (escudo árabe realizado en cuero y que había sido adoptado por la caballería ligera cristiana durante la Reconquista) con los cuarteles de España dibujados en el centro, una chaqueta sin mangas de seis capas de cuero (llamada la “cuera”, que podía llegar a pesar hasta diez kilos) y unos gruesos pantalones del mismo material que servía como protección frente a las flechas de los indios. Para rematar la indumentaria un sombrero típicamente andaluz, ese que se llamamos de “ala ancha” o también “cordobés”.

         De esta guisa protagonizaron múltiples encuentros y defensa de los fuertes a lo largo de toda la frontera. Los más belicosos eran los apaches, de profesión: ladrones de ganado. En Tucson 750 apaches contra 15 Dragones que salieron al grito “Santiago y a ellos”. En San Diego 350 contra 4, un capellán, un herrero y un carpintero (el herrero y el capellán murieron).

         Alguna de sus hazañas deja al archiconocido Séptimo de Caballería como soldados de juguete.

Incluso tuvimos nuestra propia batalla de Little Big Horn y a nuestro General Custer, aunque bastantes años antes cuando en 1720 cerca de Columbus (Nebraska) 45 Dragones y 60 indios Pueblo fueron atacados por la tribu de los Pawnee (ayudados por soldados y comerciantes franceses). Su inexperto comandante Pedro de Villasur cayó muerto en los primeros instantes. Los escasos supervivientes del ataque sorpresa formaron un círculo en torno a él. La batalla concluyó en matanza con el resultado de 35 soldados españoles y 11 indios pueblo muertos. Los siete españoles y 45 indios restantes llegaron moribundos (unos de los soldados con nueve heridas de bala y con el cuero cabelludo arrancado) a su base de Santa Fe un mes después recorriendo unos ochocientos kilómetros en su regreso. En el museo de la Sociedad Histórica del Estado de Nebraska pintado sobre seis pieles de vaca puede verse una pintura anónima de la batalla. En Little Big Horn fueron 265 soldados y todos murieron.

         Durante la segunda mitad del Siglo XVIII, el nuevo rey Carlos III creó la unidad administrativa de las llamadas “Provincias Internas” para mejor organización del Territorio. En el centro de Texas se fundó la Misión de San Sabá donde vivían entre colonos, soldados, misioneros e indios amigos unas trescientas personas. Pero en 1758 más de dos mil comanches atacaron por sorpresa acabando con todos sus moradores (al pobre Padre Terreros lo desangraron colgándolo boca abajo del campanario).

         Se comenzaron las indagaciones para averiguar la autoría de semejante carnicería y aunque se tardó, se concluyó que habían sido los comanches agrupados en la llamada Confederación Nachitoche (auspiciada y armada por los franceses de la vecina Luisiana).

         El jefe de esta agrupación era el cruel “Cuerno Verde” que asoló la región robando y matando lo que se ponía a su paso. Po ello en 1779 el Gobernador Juan Bautista de Anza. decidió acabar con el problema. Cruzando una senda poco habitual se dirigió a Arkansas, y en una hábil estrategia un batallón de Dragones (con los cascos de los caballos forrados para amortiguar el ruido), dieron con el autor de la matanza de San Sabá. El Gran Jefe de la Confederación Nachitoche, una docena de destacados líderes de la misma y un centenar de jinetes, pasarían a mejor vida tras un ataque relámpago al amanecer. Las andanzas del comanche eran ya del conocimiento de los gobiernos europeos, por lo que Carlos III decide enviar sus distintivos guerreros (un tocado de búfalo con los cuernos pintados de verde, su adarga y su carcaj de flechas) al mismo Papa de Roma, y aun puede contemplarse en una de las salas de los Museos Vaticanos.

         Después de la excepcional hazaña de acabar con el sádico comanche, surgió la personalidad pacificadora y colonizadora del coronel de Anza.

        Siendo gobernador de Nuevo México, organizó dos expediciones a California y en la segunda fundó en la bahía de la Yerbabuena la ciudad de San Francisco, para luego firmar con los indios de la frontera, comandados por el prestigioso Gran Jefe Comanche Ecueracapa, la única concordia que los hombres blancos (incluidos los de EEUU) mantuvieron con los “pieles rojas” en toda la historia: “La Paz de Anza”, que perduró más de un siglo.

         A los Dragones de Cuera se les recuerda con admiración en México, pues actualmente el Himno de la Caballería del Ejército Mexicano es el mismo que tenía esta unidad española. En España, su recuerdo se olvidó.