sábado, 11 de enero de 2020

La panacea en forma de pastilla.


Durante la Primera Guerra Mundial, la Sanidad Militar disponía de unos recursos muy limitados, pues la Farmacología moderna era una ciencia en desarrollo.

Si bien durante la contienda se implementaron sistemas de diagnóstico avanzados como los Rayos X (de los que ya hablamos en el blog) o terapias de emergencia como las transfusiones de sangre (tras la entrada de EE.UU en el conflicto y diferenciando entre sangre para negros y para blancos), los fármacos avanzados disponibles y la posibilidad de un diagnóstico rápido eran objetivos lejanos.

Además, en el Ejército Británico los Médicos Militares ejercían una “doble” función, la primera; obviamente; era cuidar de la salud de la tropa. Pero había una segunda funciónencubierta” que era vigilar la disciplina de los soldados. Según el historiador Tim Cook (quien ha publicado una decena de libros sobre la historia militar de Canadá) "Su trabajo era realmente de guardianes. Había soldados que estaban genuinamente enfermos y otros que fingían estarlo porque estaban hartos de la guerra y querían abandonar el frente. Entonces, era el médico el que debía determinar quién decía la verdad".

Por eso eran mirados con desconfianza por los soldados, pues el Alto Mando siempre les pedía que fuesen muy estrictos y calificaran como aptos para el servicioa cuantos más hombres mejor, lo que les hizo ganarse entre ellos la fama de insensibles y faltos de ética médica que les había hecho olvidar su misión principal.

Por ello las siglas en inglés del Cuerpo Médico del Ejército Real Británico (RAMC) eran a veces transformada en "Roba a todos mis camaradas" ("Rob All My Comrades").

Bueno; bromas aparte; el recurso principal de los médicos en campaña consistía en una caja negra de latón con 13 casilleros que contenía cada uno un número variable de píldoras diversas. Cada medicina era identificada por la Sanidad Militar con un número y se guardaba en su respectivo compartimiento. No existían las etiquetas descriptivas para desincentivar el robo y la automedicación por parte de las tropas.


Algunas contenían analgésicos potentes (morfina y opio), paracetamol para bajar la fiebre. Otras eran de epinefrina, quinina, codeína para la tos, bicarbonato para las molestias gástricas, permanganato potásico para tratar las intoxicaciones por gases fosforados. Y la más utilizada de todas: Lapíldora Nº 9”.

La “misteriosa” Nº 9 era suministrada en cualquier ocasión y ante cualquier cuadro dudoso. Y la frecuencia de su prescripción hizo que la "Número 9" quedara “inmortalizada” en los diarios y cartas de los soldados; como que en 1915 escribe a su madre James Fargey "No importa el problema que tengas, él (médico)siempre te da la misma pastilla". Incluso en el en el argot que estos solían usar en las trincheras el "nueve" se convirtió en sinónimo de estar enfermo.

También al igual que en España cuando se juega al Bingo y se canta el número 15 se responde con “la niña bonita” (vinculado a la adolescencia por excelencia), en Inglaterra cuando sale el 9 se dice la frase "orden del doctor" (Doctor´s Order).

A ella se refiere el soldado canadiense George Bell en el curioso libro de memorias Glimpsing Modernity: Military Medicine in World War I (Vislumbrando la modernidad: la medicina militar en la I Guerra Mundial): "era la panacea para todas las enfermedades".

Creo que es el momento de desvelar la composición de esta maravilla de la farmacopea. Sus principios activos eran: Extracto de Ruibarbo, Extracto de Tuera (plantas de efectos laxantes, más drástico en ésta última) y para terminar el coctel Cloruro de Mercurio, que además de producir intoxicación en uso continuado, tiene un potente efecto…..laxante.
Quizás la famosa pastillita haya estado detrás de una de las mayores epidemias que azotó a todos los ejércitos beligerantes en la I Guerra Mundial: la llamaba entonces “disentería” que tenía a los soldados más tiempo con los pantalones bajados que con el arma en la mano y convertía las insalubres letrinas de campaña en auténticos ríos de detritus.

Pero, entonces, ¿por qué la recetaban con tanta frecuencia?: Doctores tiene la Iglesia….