miércoles, 1 de junio de 2011

Observaciones alrededor del Chándal

Me evoca éstos comentarios una imagen que he visto ésta mañana en la cola de Correos. Un señor varios puesto delante de mi:camisa de manga larga correctamente planchada y corbata. Pero hay algo de su atuendo me llama la atención:porta unos pantalones (azules, eso si) de chándal de ese tejido que aquí llamamos “de espuma” y unos zapatos de deporte gastados. De lo más chocante.


Hasta Petronio se hubiera revuelto en su tumba si lo hubiera visto (y eso que Petronio solía llevar toga).


La Oficina de Correos está en un Centro Comercial y ;aunque es algo que vengo observando desde hace tiempo; me puse a contar los chandals que veía pasar. Increíble, es casi el uniforme para ir de compras (imagino que por el esfuerzo que supone hacerla y después pasar por caja).Yo me sentía raro, incómodo y anacrónico por no llevarlo.

Prenda multiusos donde las haya,ha superado al pantalón vaquero en todo. Primero porque aporta un conjunto completo y no es solo una prenda de cintura.

Despreocúpese de camisa, la parte superior del chándal le aporta cobertura y a la vez conjunción.

Los hay de todo tipo, color,talla y estado de uso. Impecables,perfectamente impolutos como recién salidos de su envase. Es el de los Domingos,exclusivo para ir de paseo con la señora por zonas transitables.; “para que vean las vecinas lo relimpio que lo llevo”.

Hay otros desgastados,descoloridos por muchos lavados con detergente barato. “Muy trabajados”.Suelen ser de felpa y de diseños y colores de dudoso gusto. Son el mono de trabajo del ama de casa de barrio humilde. Tanto sirve para ir a la frutería o hacer la colada, como para preparar el desayuno o ir a la Caja de Ahorros. No importa el diseño; pues es ropa de tarea;y a veces parece que tampoco la talla (o es que encogen con los lavados).

Tampoco existen complejos a la hora de embutirse en él,teniendo la prenda un efecto desinhibitorio muy curioso. Veo a señoras mayores con un chándal rosa que lleva la cara de “Hello Kitty” serigrafiada en el mismísimo y orondo trasero, o a un maduro de abultada tripa cervecera con el de su equipo de fútbol favorito con el nombre del la “estrella” escrito en la espalda (estos últimos más observables en centros de bricolaje).

En el sector juvenil de determinados estratos sociales,prácticamente ha desplazado al resto de la vestimenta al uso. Visten de chándal a diario y en cualquier ocasión especial. En un acto de rebeldía juvenil la prenda se convierte en algo contracultural rompiendo con el mismo todo protocolo establecido en el bautizo o la comunión del primo. En ésto últimos eventos se complementa con esa especie de “zapatos de deporte de vestir” en color blanco y de “marca” tan de moda últimamente,abundante gomina y el pendiente de los días de ligue.

En fin. Creo que no se le ha hecho suficiente justicia al chándal (aunque ; al igual que a las bragas; se le suele denominar con el diminutivo, quizás para acentuar su simpatía y desenfado).

Desde aquí pido que se le haga un monumento. No se donde ni como. Deberíamos pensarlo