La verdad, exactamente
olvidado no;faltaría más que nos hubiésemos olvidado de uno de los
reyes de España. Digamos que poco conocido y muy denostado por la
historia y por los historiadores de a pié,esos que escriben los
libros de Historia de Educación Secundaria. Y éste conocimiento es
siempre tangencial por su relación con su gran adversaria, nada
menos que Isabel I de Castilla (llamada La Católica) y su esposo
Fernando de Aragón.
Y es que nuestro
personaje fue sometido en vida a una autentica campaña difamatoria
de desprestigio y después de muerto fue victima de un sistemático
intento de borrado de su memoria, a través de falsas crónicas
elaboradas por escritores al servicio del poder o de destrucción de
documentos. Hasta su testamento “desapareció”,puesto que fue
quemado personalmente por Fernando El Católico en cuanto que cayó
en sus manos (pues en él se declaraba a su hija Juana como legitima
heredera)
Tal “campaña
mediática”,vista con el transcurso de los siglos ha sido
totalmente exitosa,hasta el punto de ser conocido en la actualidad
como Enrique IV El Impotente, siendo el único caso de un rey con un
sobrenombre basado en su capacidad sexual; o mas bien en la falta de
la misma. Ya el epíteto nos genera inconscientemente un cierto
rechazo;aunque he de confesar que yo le tengo una especial simpatía.
La verdad es que el
propio Enrique contribuyó en algo a ésto Casado desde los quince
años con Blanca de Navarra por cuestiones políticas de su padre
(Juan II de Castilla), trece años después decidió “divorciarse”
de ella, cosa que entonces era imposible. La única manera de
“librarse” de su esposa era que el matrimonio fuera declarado
nulo, desde el punto de vista del Derecho Canónico,y para ello se
buscó como causa la impotencia. Pero cuidado, la sentencia (que no
tiene desperdicio y curiosamente utiliza el termino “divorcio”)
deja claro que el rey era impotente SOLO con su esposa, debido a un
maleficio o "ligamiento continuo e perpetuo". Según la misma.
“...el dicho señor príncipe es varón potente en cuanto a
otras mujeres...”.Queda claro pues que de impotente tenía
poco.
Pero dio lugar a que sus
detractores (con Alfonso de Palencia cronista de la reina Isabel a la
cabeza, que además era un "pelota") utilizaran el argumento de la impotencia para basar la idea
de que no podía gobernar correctamente , como si los asuntos de
Castilla debieran llevarse con el “miembro enhiesto”.Así que
organizaron tal campaña de propaganda injuriosa, que hasta al Papa
le fueron con el cotilleo.
El cronista Hernan Pérez
del Pulgar nos cuenta como lo hicieron:
"habían maculado su
persona real, diciendo que no era hábile para reynar, y que era
hombre efeminado, y que había dado de su voluntad la Reyna su muger
á su privado Beltran de la Cueva, á quien hizo Duque de
Alburquerque, cuya hija afirmaban que era aquella Doña Juana, y que
era odioso á la justicia, y distribuia el patrimonio real á sus
privados, y á quien ellos querian con gran prodigalidad y
disolucion, y que era embuelto en luxurias y vicios desordenados y
otras cosas feas; y que no solo las habian dicho, mas aun las
escribieron por sus letras al Papa, y las publicaron por toda la
Cristiandad".
Las “otras cosas feas”
a las que hace referencia el cronista, pudieran hacer referencia a su
homosexualidad o también a que gustaba de mirar mientras su esposa
mantenía relaciones con otros hombres que el mismo Rey
proporcionaba. A Don Enrique le iba el porno duro en vivo y además
era todo un “voyeur”.Menudo pájaro.
Por él también sabemos
que fué un onanista inveterado en su juventud “durante
estos años de la mocedad se entrego el príncipe a abusos y deleites
de los que hizo hábito... de donde le vino la flaqueza de su ánimo
y disminución de su persona....esos deleites que la mocedad suele
demandar y la honestidad debe negar”.O
lo que es lo mismo,se aficionó a “sacudirse la sardina” en sus
años mozos.
Además circularon (o
hicieron circular) coplillas populares satíricas referidas a él
(aunque sin nombrarlo explícitamente) como las Coplas de Mingo
Revulgo (primera poesía satírico-politica en lengua castellana)
donde;entre otras lindezas; cuenta “Ándase tras los zagales,por
esos andurriales,todo el día embebecido, holgazando sin sentido, que
no mira nuestros males”, o las Coplas del Provincial o las del
“Vita Chisti”.Todas ellas se leían en las tabernas a la
concurrencia, con gran jolgorio y los ciegos errabundos las recitaban
por los pueblos a cambio de unas monedas.
El carácter del rey
tampoco ayudaba mucho a dar una “buena imagen”.Era una persona
hosca,uraña, aficionado a caminar solo por el bosque,desordenado en
el comer,melancólico y tímido,de carácter débil, voluble y
maleable.
El aspecto debía ser
algo grotesco: corpulento,de 1´80 mts.de altura (considerable para
la época), con cabeza, pies y manos grandes, progmatismo de la
mandíbula inferior (que heredaría después Carlos I), cejas
prominentes y piernas largas y arqueadas. Vamos, que un Adonis
precisamente no era.
Y en cuanto a sus gustos
sexuales, podemos decir que era bisexual, y además ejercía de ello
sin esconderse. Era publico y notorio que frecuentaba prostíbulos de
baja estofa y también que yacía con jóvenes efebos (especialmente
gustaba de los “moritos”). Solo citar los nombres de algunas/os
de sus amantes más conocidos:Gómez de Cáceres,Beatriz de
Sandoval,Alonso de Herrera o Doña Guiomar.
Y todo ello a pesar de
estar “escasamente dotado” para las "batallas de Venus".En el
escrito que dejó el viajero y médico alemán Jerónimo Münzer (ya
citado en la entrada del Blog dedicada al Principe Fogoso) nos cuenta
( y no me resisto a poner la cita en latín). “ abuit enim
membrum circa radicem debile et parvum, et in culmine et summitate
mágnum, ita que arrigere non potuit. Fecerunt medici cannam auream,
quam Regina in vulvam recepit, an per ipsam semen inicere posset;
nequivit tamen. Mulgere item fecerunt feretrum (veretrum) eius, et
exivit sperma, sed aquosum et sterile”.
Lo
que en “roman paladino” quiere decir: "Tenía un miembro
viril que en su origen era delgado y pequeño, pero luego hacia el
extremo se alargaba y era grande, de manera que no podía
enderezarlo. Unos médicos hicieron una cánula de oro que se colocó
a la reina en la vulva, para ver si a través de ella podía recibir
el semen; sin embargo no pudo. Hicieron como un ordeño de su miembro
viril [le masturbaron] y salió esperma, pero acuoso y estéril".
No creemos que la
imaginación del alemán diera para tanto como para inventar éste
pene en forma de raqueta de tenis ( o de tenis de mesa, según se
considere el tamaño) ni que lo conociera “de visu” o “por
ciencia propia”,pero por la prolija descripción anatómica del
miembro y del procedimiento inoculatorio,debía de tener conocimiento
de primera mano. Sabemos que su médico personal, el judio Samaya
Lubel realizó ese procedimiento y pudo haberlo referido a su colega.
Ya en época actual el
médico e historiador Gregorio Marañón comienza en 1930 (habría
ediciones corregidas posteriores) su estudio denominado “Ensayo
Biologico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo” en el que
concluye (muy “alegremente” a mi humilde juicio): “Queda,
pues, fuera de duda, a mi entender, que nuestro Monarca era un
displásico eunucoide con reacción acromegálica.”.
Al
respecto han existido investigadores que han refutado sus tesis,
aunque otros están en desacuerdo. Lo que queda claro que padecía de
algún trastorno endocrino o tumor hipofisario,además de una
litiasis renal crónica, que a la postre lo llevó a la tumba.
Impotente
o acromegalico o no, el pobre hombre se murió rayando los cincuenta años y acabó enterrado (y
de forma sigilosa) en el Monasterio de Guadalupe, donde se perdieron
su tumba y sus huesos.
En 1946 un gato se
introdujo tras el altar mayor de la Iglesia de ese monasterio y el
pobre minino murió de inanición. El olor que producía era
nauseabundo y molesto para los oficiantes de la misas, así que un
intrépido estudiante de Historia (Manuel Cordero) decidió
descolgarse desde el techo para retirar el cadáver del minino. Y
además del felino difunto encontró dos ataudes, lo comentó con su
profesor (Miguel Ángel Ortí) que lo puso en conocimiento de la Real
Academia de Historia:Eran Enrique IV y su señora madre Maria de
Aragón.
Pero, aunque apareció su
momia, ni aún hoy día se podría realizar un estudio de ADN para
despejar uno de los mayores enigmas de la Historia de España:si
Juana (llamada La Beltraneja) era hija de Enrique IV o no. Juana
murió en 1530 en el Castillo de San Jorge en Lisboa y el terremoto
que ésta ciudad sufrió en 1755 hizo que su tumba se perdiera entre
los escombros y con ella su restos .
EPILOGO CURIOSO:
Alfonso De Palencia el
cronista mentiroso y mayor detractor del rey, hizo de Enrique IV el
siguiente retrato:
“Sus ojos feroces,
de un color que ya por sí demostraba crueldad, siempre inquietos en
el mirar, revelaban con su movilidad excesiva la suspicacia o la
amenaza; la nariz deforme, aplastada, rota en su mitad a consecuencia
de una caída que sufrió en la niñez, le daba gran semejanza con el
mono; ninguna gracia prestaban a la boca sus delgados labios; afeaban
el rostro los anchos pómulos, y la barba, larga y saliente, hacía
parecer cóncavo el perfil de a cara, cual si se hubiese arrancado
algo de su centro”.
Como
diría el castizo:”Vaya careto”.
Pero
en el año 2006 se realizó un profundo análisis de la momia de Juan
II,padre de Enrique IV y descrito por los cronistas como de
“agraciado semblante”.
Del
estudio se ha determinado que tenía la cara ligeramente torcida
hacia el lado izquierdo, así como una nariz grande. Sin embargo, lo
más característico de su cara es su nariz deforme a consecuencia de
un traumatismo ocurrido en su infancia, que provocó la desviación
del tabique nasal hacia el lado izquierdo. La lesión le impedía
respirar con normalidad por la nariz y afectó al desarrollo facial
izquierdo, que estaba poco desarrollado.
Ésta
cara deforme es exacta a la antes descrita por el de
Palencia,incluido el detalle de la rotura de la nariz en la infancia.
De lo
que se desprende que Juan II tenía poco de agraciado (por no decir
que era feo “de narices”) y que Alfonso de Palencia literalmente
le “encasquetó”las deformidades del padre al hijo, al que
querían hacer “el malo de la película” y que por ello debería
tener cara de malo.
Para
que nos fiemos de los cronistas,sean de ayer o de hoy,que así se
escribe la Historia,sobre todo si la escriben los vencedores.
En efecto, ese es el resumen perfecto: La Historia la escriben los vencedores.
ResponderEliminarDesgraciadamente así sigue siendo.
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