Una de los primeros objetivos de los
gobiernos dictatoriales es el de implantar una férrea censura y
ejercer un control sobre los medios de comunicación; o lo que es lo
mismo;acabar con la libertad de prensa. Hay países donde es el
propio gobierno es quien publica el periódico e indica lo que hay
que publicar,no hace falta poner ejemplos.
Durante la Dictadura de mi paisano
Miguel Primo de Rivera se produjeron en España ambos hechos.
Desde el propio gobierno se impulsó
y se financió la creación de un periódico “del régimen”.Así
en 1925 se fundó “ La Nación”.Se hizo con tanto descaro y
desenvoltura que como primer Director del mismo se nombró a un
militar que durante años había sido Director del Departamento de
Censura (el Teniente Coronel Pedro Rico).Hay que tenerlos “cuadraos”
para hacer semejante cosa.
A algunos miembros del Gobierno ésto
les pareció un acto de desfachatez extrema, por lo que se sustituyó
por un autentico periodista,Manuel Delgado Barreto, en un intento de
dar un poco de verosimilitud al tabloide.
Huelga decir que la publicación
tenía una linea ideológica situada a la derecha del espectro
político, y desde él se realizaban alabanzas y opiniones positivas
a las medidas adoptadas por el Dictador. Todo lo que se publicaba era
previamente filtrado y corregido.
El periódico persistió hasta el
turbulento Abril de 1936, y desde la caída de la Dictadura escoró
más aún hacia lo que hoy podríamos llamar la ultraderecha. Por
ello contó con colaboradores tan significados; y lógicamente afines
a la linea editorial; como Jose Antonio Primo de Rivera
(lógicamente), Ramiro de Maeztu,Calvo Sotelo,Jose Maria Pemán, etc.
Pero no es ese el caso que comentamos
aquí hoy, sino una curiosidad que demuestra cómo el ingenio sirve
para burlar la más inmisericorde censura.
Así pues en 1929 , el Director del
periódico aprobó la publicación de un soneto laudatorio que había
recibido de una persona que firmaba como Maria Luz de Valdecilla. La
“poetisa” era totalmente desconocida , pero su poema estaba
plagado de sincera adhesión y ridícula admiración hacia el
Presidente del Gobierno.
Pero el poema en cuestión tenía un
mensaje oculto,o no tan oculto para un avezado lector. Pero Manuel
Delgado Barreto debía de haber leído poco a Don Francisco de
Quevedo, tan aficionado a los acrósticos,por lo que se le escapó lo
que en realidad era una burla camuflada bajo el manto de unas tan
exageradas alabanzas, que causaban vergüenza.
El Poema (soneto) es el siguiente:
Paladín
de la patria redimida,
Recio soldado que pelea y canta,
Ira de Dios, que cuando azota, es santa.
Místico rayo que al matar es vida.
Recio soldado que pelea y canta,
Ira de Dios, que cuando azota, es santa.
Místico rayo que al matar es vida.
Otra es España a tu virtud rendida;
Ella es feliz bajo tu noble planta,
Sólo el hampón, que en odio se amamanta,
Blasfema ante tu frente esclarecida.
Otro es el mundo ante la España nueva,
Rencores viejos de la edad medieva
Rompió tu lanza, que a los viles trunca.
Ahora en paz tu grey bajo el amado
Chorro de luz de tu inmortal cayado.
¡Oh, pastor santo! ¡No nos dejes nunca!
Si leemos en vertical las primeras
palabras de cada verso (así es como se conforman los acrósticos),
podemos ver el mensaje de forma clara, y que no es otro que éste:
PRIMO ES UN BORRACHO, aludiendo sin
ambages a uno de los defectos que sus adversarios achacaban a Don
Miguel.
Imaginamos la rechifla y el descojone
del autor (que no era otro que el poeta y político
social-revolucionario y más tarde comunista Jose Antonia Balbontín)
al ver publicada su obra. Como se dice en términos taurinos, al
periodista servil “se la metieron doblada”.Eso le pasa por no
leer a los clásicos.
Tampoco le dio mucho tiempo de
hacerlo. El 20 de Julio de 1936 fue detenido por milicianos en su
casa y llevado a la Cárcel Modelo hasta el 5 de Noviembre en que
“desapareció” en un “traslado” a otra Prisión.
Otros cinco redactores de La Nación
corrieron la misma suerte,hasta el dibujante que hacía las
caricaturas. El redactor Jefe Jose San Germán también
“desapareció”...en Paracuellos.
Balbontín tuvo que exiliarse en
Londres, donde siguió realizando su actividad literaria y volvió a
a España en los años 70,afortunadamente para las letras españolas.
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