Al comenzar la Guerra de Independencia , la Armada Española tenía 42 navios. En Trafalgar solo perdimos (hundidos por el temporal tras la batalla, que no por los ingleses) 10 barcos y se capturaron en Cádiz 6 navios franceses de 74 cañones (5 en Cádiz y uno en Ferrol) que compensaron las pérdidas.
Pero durante la guerra
con el francés la desidia y el abandono dejaron reducida la Armada a
16 buques y solo cuatro en buenas condiciones. Las dotaciones
llevaban más de dos años y medio sin cobrar.
Algún bienpensante
consigue convencer a Fernando VII de que hay que comprar barcos para
mantener el abastecimiento y socorro de las colonias de Ultramar.
Para ello designan en 1816 a un nuevo Ministro de Marina excelente
gestor ,experto marino y gaditano ilustre llamado Jose Vazquez de
Figueroa. Éste inicia un programa de estudio para la compra de
barcos en otros paises (Francia o Inglaterra) y comisiona para ello
al Brigadier Honorato Bouyon que hablaba francés y era hábil
negociador, que prefirió centrarse en Francia para evitar
suspicacias del Reino Unido.
No era tarea facil,la compra debía ser discreta (camuflando al comprador como la Real Compañía de Filipinas) y los barcos debían ser buenos, bonitos y baratos. Con éstos requisitos se adquirieron 4 rápidas fragatas ,una goleta y un bergantin,todos con menos de dos años de antigüedad o botados ese mismo año; muy marineros y bien pertrechados;que rápidamente fueron enviados al apostadero de La Habana en perfecto estado de servicio.
Pero la camarilla de
aduladores,sinvergüenzas y corruptos que rodeaban al malhadado
Fernando VII vieron que en éste asunto de movía mucho dinero y
deciden hacer el negocio por su cuenta.
Merece un punto y aparte
ésta llamada “camarilla” que hacían de asesores cercanos y de
confianza y que no eran sino incultos amigotes de la más baja
condición. Citemos algunos:el intrigante Pedro Gravina (Nuncio del
Papa),Francisco de Córdoba (el guardaespaldas a quien el Rey hizo
Duque de Alagón), un tal Moscoso (su barbero),Pedro Collado “El
Chamorro” (aguador de la Fuente del Berro) y Antonio Ugarte,el
Secretario Privado del Rey (antiguo peón de albañil y profesor de
baile) que insistió en que nombraran Ministro de Guerra al represor
de liberales y masones Francisco de Eguía (en la corte “el
coletilla”, por usar todavía la trasnochada peluca empolvada con
coleta).Como vemos una curiosa cuadrilla de espabilados del primero
al último,Nuncio incluido.
Fernando VII decide
escribir a su “primo” el Zar Alejandro I, inducido por el
embajador ruso Tatishchev (otro listo que también estaba en el
“asunto”) transmitiéndole la necesidad urgente de navios .Entre
éste y el tal Ugarte; tras negociaciones en comilonas y fiestas;
pactaron el número de barcos, los precios ,las comisiones y quien se
las tenían que embolsar; hasta Pepa “La Malagueña” (la golfa de
turno del Rey) se llevó su parte. Todos éstos “negocios” se
hicieron a espaldas de Jose Garcia de Leon y Pizarro el Ministro de
Estado (Jefe de Gobierno) y de Vazquez de Figueroa, que estaban
completamente ajenos.
El contrato se firmó
entre Eguía (que para eso lo buscaron) y Tatishchev y comprendía 5
navios y tres fragatas (estas últimas regaladas “generosamente”
por el Zar) por un total de 400.000 libras inglesas (68.000.000
reales de vellón), de las cuales 200.000 se “perdieron” en
“diversas atenciones”, según palabras del Embajador. Todo ello
con una “un tanto oscura” forma de pago.
Los rusos demoraron 6
meses el envío de la “flota”,suponemos que lo que tardaron en
adecentar y ponen en condiciones de flotabilidad los barcos. Aún así
tardaron 146 días en llegar de Kronstad a Cádiz, cuando el viaje
solía durar 60.
Cuando en el 20 de
Febrero avistan desde la Torre de Tavira la llegada de ocho “barcos
de guerra negros”, el Comandante General de la plaza Hidalgo de
Cisneros (aquel que capitaneó el Santisima Trinidad en Trafalgar) da
la alarma al creer que un nuevo ataque sorpresa a la ciudad. Cuando
los barcos izan bandera rusa y llega a puerto la lancha con el
Almirante Anton Vasilevich Von Muller, se enteran de que la flota
viene para formar parte de la Armada Española. También estaba allí
para recibirlos, el Ministro de la Guerra Eguía, que no había
abierto la boca hasta entonces (sólo firmar, cobrar y callar).
Ese mismo día Fernando
VII informa por escrito y muy sucintamente del hecho al Ministro de
Marina: “Figueroa,
a Cádiz han llegado 5 navíos y 3 fragatas de guerra, que me ha
facilitado mi amigo y aliado el emperador de Rusia. Encárgate de
estas embarcaciones, y te advierto bajo tu responsabilidad que cuando
se hayan de emplear en América algunas de estas clases de barcos,
sean estos los preferidos”
Chúpate esa.
Para
recepcionarlos y evaluarlos Figueroa nombra una Comisión formada por
expertos marinos e ingenieros al mando del Capitan de Navio Roque
Guruceta que emitió el correspondiente informe técnico. Éste era
demoledor. Resumiendo los barcos estaban mal construidos, podridos,
hacían agua y eran inservibles para el servicio, por lo que fueron
(menos una fragata) declarados inútiles. La mayoría pasaron al
arsenal de La Carraca (foto del inicio en la actualidad) para ser
intentados reparar y al final desguazados.
Cuando
Figueroa presenta el dossier al Rey (que ya estaba informado por sus
“chivatos” del contenido) lo recibe con un “deje
aquí esos papeles”.
Y toma medidas al respecto: Declara traidores a
todos los que firmaron el informe:Destituye a Figueroa y lo destierra
a Santiago de Compostela. Al Capitan Guruceta y al Capitan Berenguer
(miembro de la Comisión) los expulsa de la Armada, a Nicolás de
Estrada y Julian de Retamosa (Ingenieros Navales de la Comisión) los
destierra. Juan Maria de Villavicencio (Jefe de la Escuadra y Decano
de la Comisión) sufre el mismo destino.
El Rey quedó como un autentico idiota (nada
más cerca de la realidad).Tanto fué así que insistió a
Tatishchev para que pidiera al Zar una “compensación” por la
basura que había enviado, en prueba de buena voluntad. Y el Zar le
hizo caso,envió otras tres fragatas en peor estado que las primeras.
Creo que los rusos aún se están riendo.
El
escándalo fue enorme y del conocimiento general entre la gente llana
de la Baja Andalucía,que incluso hacían chistes sobre los barcos
rusos. Tan es así que en la proclama del General Riego durante el
levantamiento de las tropas que iban a ser enviadas desde Cádiz a
las colonias y acantonadas en Las Cabezas de San Juan dice:"Soldados,
( ... ) yo no podía consentir, como jefe vuestro, que se os alejase
de vuestra patria, en unos buques podridos, para llevaros a hacer una
guerra injusta al Nuevo Mundo"
Al fin y a la postre España solo pagó
aproximadamente la mitad de lo pactado, es decir la parte de las
“diversas atenciones” a los corruptos de turno,que fueron los
únicos que “vieron un duro”. Aun en 1830 andaba Rusia reclamando
la deuda. Fernando VII moriría tres años después para mayor gloria
de España y sus ciudadanos.Y como dicen en Cádiz:"descanse en paz...con tos sus muertos".
Grazias por la nueva crónica, Ezq.
ResponderEliminarNo conocía este episodio. Ahora comprendo muchas cosas de la actualidad, y solo puedo confirmar que la historia se repite con muchisima periodicidad y unas veces a pequeña y otras a gran escala.
Un abrazo
Gracias por seguir el Blog.En efecto es como dices...repeticiones y eso es señal de que no aprendemos nada.
EliminarEl papá de la tatarabuela de nuestro rey, ya apuntaba por dónde iba a ir esta family.
ResponderEliminarGracia por el comentarios.Efectivamente...."de casta le viene al galgo".Los Borbones y sus "allegados".
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