Como las cosas andan
últimamente un poco “calentitas”, vamos a dejar POR HOY los
artículos de contenido histórico y retomaré un poco los de
opinión.
Hoy no le voy a dedicar
las lineas a la famosa ciudad balneario de Alemania;como del título
podría colegirse, sino a esas “cosas” que llamamos de forma coloquial “badenes” y que para el Ministerio de Fomento
(según Orden 3053 /2008 de 23 de Septiembre de 2008) son “reductores
de velocidad y bandas transversales de alerta”.
Para empezar: Dios
confunda a Magdalena Alvarez,máxima responsable del Ministerio
cuando autorizó éstos obstáculos legales en las vías públicas y
carreteras;o a quien corresponda.
En principio éstos
resaltos (término más apropiado, a mi juicio) tenían dos
finalidades:mantener una velocidad reducida de circulación a
lo largo de ciertos tramos y advertir a los usuarios de la necesidad
de realizar alguna acción preventiva. Pero son ; como dice con razón
mi amigo Ángel Acosta;monumentos a la incultura.
Éstos últimos son los
que han proliferado en lo últimos años en nuestras ciudades con la
idea de mantener la velocidad reducida en lugares sensibles, como los
pasos de peatones. Y particularmente me refiero a aquellos con forma
de sección transversal de un segmento circular y realizados en goma
y que no deben tener más de 6 cmts de altura. Son una auténtica
“peste urbana”,los hay por doquier,aun en lugares donde los
baches o la calle no permiten ir rápido.
Bien, pues éstos
elementos llamados “lomos de asno” (creo que por hacer referencia
a la espalda de su inventor) solamente cumplen su función con los
vehículos de dos ruedas (los más eficientes y ecológicos),para los
que son un autentico suplicio.
Los sufro a diario. Con
la moto tengo que reducir la velocidad hasta unos 5 Kmts/h si no
quiero salir volando y mis hernias de disco se acuerdan de los
antepasados del responsable. En el caso de nuestros amigos de los
pedales (para ellos si que son un autentico obstáculo) es la
próstata quien sufre las consecuencias;u otras “partes nobles”
en el caso de las féminas ciclistas.
A nuestro lado pasan los
turismos; sin bajar la velocidad;pasando el resalto con un fuerte
golpe que sufren los ejes y el sistema de amortiguación. Quiero
imaginar que será su forma de contribuir a que Monroe no se
cierre,porque con éstos artefactos, tienen asegurado un incremento
en las ventas.
Pero aún peor es lo que
vengo observando últimamente en muchos conductores de esos llamados
4x4 (=16),todoterrenos,SUV o como diablos los llamen. Cuando avistan
alguno de esos “engendros”en la calle,son poseídos por una
especie de espíritu aventurero (cual si en el Rallye Paris-Dakar
estuviesen) y...aceleran aumentando la velocidad de paso. “Que
potencia...que poderío tengo” Entre amortiguadores,ballestas y
kilogramos ni se enteran del “baden”.Al contrario, creo que se lo
pasan bien, como niño que pisa los charcos con sus botas de agua.
Incluso algunos te miran con desdén desde su altura con
desdén,mientras tu sorteas en dos saltitos el obstáculo.
Para que no todo lo que
diga sea negativo para ellos. Hay un hecho positivo:contribuyen como
nadie a la destrucción del obstáculo (como pisoteados por una fila
de mastodontes),que paulatinamente va cediendo en altitud, hasta casi
desparecer. Entonces me generan incluso lástima y pienso (como decía
el castizo) “cómo te han dejao”.
Para colmo,en invierno,
los “lomos de asno” sufren una metamorfosis: se convierten en
“diques de castor”,por servir de barrera al curso del agua de
lluvia. Como si se tratara de ese obstáculo llamado “la ria” de
las carreras de fondo,cada uno de ellos está precedido (si la calle
tiene pendiente descendente) de una pequeña laguna. Si el motorista
tiene la fortuna de sortearlo en paralelo con un “cuatro ruedas”,
la ducha lateral está asegurada,gracias al “asno” o “castor”
y al “borrico” que conduce.
Pero las verdaderas
víctimas de éstos inútiles “instrumentos de tortura” son
aquellos pacientes que son trasladados en una ambulancia.
Fracturas,cólicos nefríticos y biliares,infartos...que bien se lo
pasan...también;como yo; se acuerdan de los antepasados del
responsable y además de la madre que lo parió. Tengo un amigo que
tras un accidente y con una fractura costal tiene grabado a fuego en
su memoria el número de resaltos que tuvo que sufrir hasta llegar al
Hospital (17),pues cada vez que pasaban por uno “era como si me
dieran una puñalada en el costado”.
Pero a veces una mano
invisible y nocturna se rebela contra ellos y como por arte de magia
“desaparecen” alguno/s de los elementos que los componen. Mano
bendita. Los motoristas enfilamos esos “pasadizos” que nos evitan
el resalto y el salto, y entonces miramos “llenos de orgullo y
satisfacción” al auto vecino, que encaja el golpe de forma
resignada. Bendita mano.
Pero;la triste realidad;
es que estas “cosas”,nos las hemos ganado a pulso. Para muchos
conductores, los “pasos de cebra” (el asunto equino es muy
recurrente en materia de tráfico) son manchas decorativas en la
calzada,los limites a 50 (Kmts/h) son interpretados como que los 50
“son una edad peligrosa”,las avenidas son circuitos de velocidad
y los peatones espectadores estáticos, las motos (ágiles pero
frágiles) el elemento a batir y la bicicleta una especie rara de
insecto que lleva una persona encima.
Nos falta civismo y
cultura al volante. Y hasta sin estar al volante.
Por eso, "nos los
merecemos".